Desde mediados de la década del 1980 se realizan en nuestro país y de forma anual los Encuentros Nacionales de Mujeres.
En ellos se abordan y discuten las problemáticas centrales del género. A continuación, la autora repasa la historia de estos Encuentros desde sus orígenes y hasta nuestros días, con sus dificultades, logros y desafíos.
Los Encuentros Nacionales de Mujeres comenzaron a realizarse a partir de la iniciativa de un grupo de mujeres, mayoritariamente pertenecientes a diferentes partidos políticos, que habían asistido en el año 1985 a la III Conferencia Mundial de Mujeres de Nairobi (Kenya, África). Ellas tuvieron la iniciativa de convocar a la pluralidad de grupos, organizaciones, comisiones de mujeres, como también invitar individualmente a todas aquellas que tuviesen inquietudes por nuestros derechos.
La comisión organizadora del Encuentro fue pluralista, la integraban mujeres de diferentes partidos políticos, trabajadoras, gremialistas, de organismos de derechos humanos, feministas que se reencontraban en nuestro país y otras que regresaban de un prolongado exilio.
A todas se les reconoció una participación individual, pero sin reconocimiento a representaciones institucionales.
Se realizó ese Primer Encuentro Nacional de Mujeres, en el Teatro San Martín de la ciudad de Buenos Aires, los días 24 y 25 de mayo de 1986. Tuvo una concurrencia de alrededor mil mujeres –varias de ellas procedían de distintos lugares del país–, mayoritariamente provenientes de los sectores medios.
Siguiendo con la original metodología implementada en el foro de ONGs de Nairobi, propusieron un temario para los talleres que podía ser ampliado con las propuestas de las participantes. El eje central del Encuentro fue la situación de la mujer en la Argentina y las estrategias para el cambio, analizado desde los distintos aspectos: identidad, violencia, educación, medios de comunicación, participación política, sexualidad, trabajo, familia, tiempo libre, aislamiento y comunicación, utilización del cuerpo de la mujer.
Esa experiencia fue tan exitosa que allí surgió la propuesta de seguir realizando anualmente los Encuentros en otros lugares. Se eligió en el plenario final la sede del siguiente, que se realizaría en la ciudad de Córdoba, y se leyeron las conclusiones de los talleres.
Estas expresaron la diversidad y multiplicidad de experiencias, ideas y opiniones, nuestras discrepancias y acuerdos, propios de un movimiento social. Mostró también un sentimiento y compromisos comunes: condena a la dictadura, afirmación de mantención de vidas democráticas y compromiso con los derechos humanos.
Todos los temas fueron enmarcados en las luchas reivindicativas de las mujeres y la inquietud de la profundización en la temática feminista.
A partir de entonces se eligió realizarlo fines de semanas largos, para tener una duración de dos días y medio. En el II Encuentro Nacional, realizado en mayo de 1987 en la ciudad de Córdoba, la organización estuvo a cargo de una comisión de esa ciudad, sentando ya un principio que habría de cumplirse en todos los Encuentros posteriores: cada lugar elegido como sede debía autónomamente organizarlo. Algunas frases de su discurso inaugural expresaron un sentimiento compartido: que se empezaba a conquistar “nuestro espacio”. Agregaron algunos temas tales como: tercera edad, adolescencia y juventud, mujer joven.
La sede del III Encuentro fue Mendoza, en el mes de junio de 1988, y contó con la presencia de dos mil mujeres de todo el país. Los talleres se organizaron en función de rama de actividad, tratando en el mismo todos los aspectos temáticos, es decir las amas de casa, las trabajadoras en relación de dependencia, las trabajadoras rurales, empleadas domésticas y cuentapropistas, las trabajadoras de la salud y el ámbito social, las trabajadoras de la educación y la cultura, las que trabajan en organismos gubernamentales y oficiales, organizaciones intermedias, organizaciones políticas y de derechos humanos, reflexionaron sobre trabajo, salud, educación, cultura, vivienda, derechos humanos, política, economía, medio ambiente, etc.
El lugar para la diversión y el compartir se dio en una peña, que así se instauró para todos los Encuentros posteriores como actividad indispensable de los Encuentros.
El IV Encuentro Nacional se realizó en Rosario en el mes de agosto de 1989. Pese a la crisis económica que en ese momento azotaba al país, marcó un hito importante en la historia de los Encuentros Nacionales y su autonomía. Tres mil participantes colmaron todas las expectativas.
Aunque en la gran mayoría han sido autofinanciados, en esta oportunidad se contó con subsidios de organizaciones internacionales –sin condicionamiento alguno en su contenido–. Ello posibilitó otorgar becas de alojamiento y comida gratuita a una mil mujeres de los sectores más pobres de todo el país. Funcionó además y por primera vez una guardería para los niños que acompañaban a sus madres al Encuentro, a fin de que ellas tuvieran amplia libertad de participación. Otro motivo que influyó en su éxito fue que la comisión organizadora fuera realmente pluralista, sin hegemonías. Un temario –hasta ahora no totalmente superado– de influencia feminista.
Desde entonces las mujeres de sectores populares han sido la mayoría. Tuvo repercusión en los medios de comunicación, destacándose en sus conclusiones una condena expresa al indulto a los militares, que fue recogida por todos los medios, y la formación de la red de feministas políticas, que luego llevaría adelante la lucha por la ley de cupos en los partidos políticos.
La multitudinaria presencia de mujeres llamó la atención de los partidos políticos, que comenzaron a generar estrategias de captación y de capitalización de los mismos, algo que nunca lograron en los veintiocho Encuentros realizados hasta ahora. Es cierto que en un comienzo las mujeres de los partidos políticos tradicionales trataron de traer sus visiones y diferencias no sólo en los talleres específicos sino en debates de asambleas públicas.
Las mismas participantes rechazaron esas injerencias y no se volvió a repetir, ni se permitió que a ningún funcionario (se prohibió que varones participaran) o alguna funcionaria se les otorgase la palabra al comienzo o final de un Encuentro, salvo en los talleres, como una integrante más.
Reconozco que su organización, como toda actividad humana, no ha sido ajena a discusiones, polémicas y motivo de muchas conversaciones, por el hecho de que fundamentalmente un partido político comenzó a hegemonizar las comisiones organizadoras, poco a poco, como influir en la elecciones de las siguientes sedes –desde el primero de Mar del Plata en el año 1991–, pero en los talleres soberanos nunca nadie ha podido decidir sobre el contenido general del Encuentro. Desde el segundo Encuentro de Córdoba en el año 2007, organizaciones o partidos de izquierda también han tratado de imponer sus visiones más partidarias (o tal vez de cuño universitario) desde su punto de vista partidario, solicitando la realización de asambleas, votaciones en los talleres y como cambiar la elección de las próximas sedes. Pero hasta ahora les ha sido imposible sumar adhesiones a sus planteos. Como dice una frase nacida en los Encuentros, “el Encuentro es de todas, somos todas del Encuentro respetando que son multisectoriales, con gran heterogeneidad y con todo el pluralismo que componen sus integrantes”.
Cabe señalar que desde el Segundo Encuentro de Rosario en el año 2003, una reivindicación del feminismo y del movimiento de mujeres no han dejado de ser predominantes, como una asignatura pendiente de la democracia, las consignas de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. Desde entonces, en las masivas, largas e históricas marchas de los Encuentros prevalecen sus banderas y pañuelitos verdes, por encima de cualquier otro cartel, bandera o pañuelo y son sus consignas las más coreadas. Cabe consignar la influencia que han tenido los talleres en el dictado de importantes leyes nacionales, como ejemplo menciono los talleres de violencia contra la mujer, la trata de personas y lesbianismo, para la aprobación de leyes nacionales sobre femicidio, condena a la trata de personas y matrimonio igualitario.
Enumerar cada uno de los veintiocho Encuentros ya realizados sería muy largo. Cabe destacar lo siguiente: hasta ahora se realizaron Encuentros en dieciséis provincias, algunas de las cuales repitieron la sede. Para octubre de 2014 se programa la realización del número veintinueve, en Salta. Teniendo como desafío que ya son más de cincuenta los temas que integran el programa y que muchos de los talleres se desdoblan. Además se realizan en esos días actividades culturales y las ya mencionadas multitudinarias peñas.
Ha sido notorio, desde el año 1997 en San Juan, el desagrado provocado a sectores fundamentalistas de la Iglesia Católica. Llegaron a constituirse como mujeres enemigas dentro del Encuentro, como fue desde La Plata en el año 2001, porque así se considera a las católicas que vienen organizadas, estructuradas, a imponer su visiones reaccionarias sobre el rol de la mujer en la sociedad. No se impugna a las mujeres creyentes solas o sin estructuras atrás. Pero el repudio que han provocado cuando vienen organizadamente a querer imponer sus puntos de vista ha hecho que en los últimos dos o tres años no se las visualizara, más allá de alguna que otra descolgada.
He tenido el privilegio de participar en todos los Encuentros realizados hasta ahora. Puedo asegurar que ninguno se repite, cada uno ha tenido su impronta, aunque por sus temarios parecieran repetirse.
No son ajenos, sino más bien fruto de ellos (aunque también influyan los contactos internacionales), el haber posibilitado comunicaciones, redes, campañas, movimientos temáticos, a niveles zonales, regionales y nacionales. Tanto para el movimiento de mujeres como para el movimiento feminista. Por lo cual considero que avanzaron las mujeres argentinas en lugares institucionales: gubernamentales, sindicales, barriales, ONGs. Todo lo cual ha posibilitado el reconocimiento de derechos.
Los Encuentros han producido impacto en los lugares donde se han realizado debido a la llegada de tantas mujeres. En los últimos años el número de participantes oscila entre diez mil y veinte mil, aunque su influencia llega también a provincias y localidades que no han sido sede (aun cuando un pequeñísimo grupo, con la desaprobación del 99% de las asistentes, acapararon las cámaras de TV en los últimos Encuentros buscando escandalizar sin sentido).
Para los medios de comunicación nacionales poca trascendencia han tenido, aunque sí en los medios locales. Consideramos que se nos ningunea.
Entre los principales logros de estos Encuentros podemos destacar que la gran mayoría de las mujeres que concurren a un Encuentro –así sea por una sola vez– al volver a su casa ya no son las mismas personas (tres o cuatro días de viaje, dedicados a ellas y a compartir su situación personal y su inserción en la sociedad con otras pares produce una revolución por dentro).
Esto tiene un significado desde el feminismo: mujeres del movimiento de mujeres, que comienzan a tomar conciencia de sí mismas y de enmarcar sus demandas como derechos, que sin duda enriquece para la construcción de una sociedad más democrática, justa, igualitaria y solidaria para todo el conjunto social.